En algún momento de la vida, todos sentimos ese llamado silencioso que no viene de la mente, sino más profundo. Es una voz suave que se repite: “Que deseo para mí.”

Muchas veces creemos que ya entendimos todo, que sabemos por qué actuamos como actuamos, por qué repetimos ciertos patrones o por qué no terminamos de avanzar en algunos aspectos de la vida, pero el inconsciente tiene su propio ritmo… y su propio lenguaje.

Los solsticios y equinoccios nos mueven por dentro, aunque no siempre lo entendamos. Hay días en los que el cuerpo quiere correr y brillar, y otros en los que pide silencio y recogimiento. Estos portales nos invitan a escucharnos de verdad, sin excusas ni postergaciones.